miércoles, 28 de marzo de 2007

Para empezar...

“¡Dios mío, tú eres mi Dios! Con ansias te busco,
Te busco desde la madrugada, pues tengo sed de ti,
Mi ser entero te desea, cual tierra árida, sedienta, sin agua....
…Por las noches, ya acostada, te recuerdo y pienso en ti;
Pues tú eres quién me ayuda. ¡Soy feliz bajo tus alas!
Mi vida entera está unida a ti; Tu mano derecha no me suelta”
Salmo 63

A veces la desesperación de hace tomar decisiones que no pensabas, y eso que no pensabas te lleva a otras, y así a hacerte responsable de otras consecuencia de decisiones que aún no teníamos planeada solucionar, porque ni siquiera la habíamos imaginado antes.
Hay otras en las que eres capaz de ser austero en tus debilidades, y te vuelves sabio en estas, pero cuando se es joven no siempre resulta esta segunda, a no ser que seas el hijo consentido de un Rey.
Después de una larga espera, de más o menos 300 días, se asomó más rápido de lo que esperaba, el famoso cumpleaños. Tal vez suene clisé, lo que diga, pero estuve pensando que poner para mi primer día blog, y me acordé de lo que me dijo mi “tía rita”, respecto a elegir mi regalo de una cantidad x, en alguna tienda. Me hubiese gustado escuchar lo que alguna ves Salomón tuvo como oferta, pedir lo que yo quisiera, no me leí ni recité las palabras de Salomoncito como deseo pa’ soplar las velitas.

“¡Dios mío, tú eres mi Dios! Con ansias te busco,
Te busco desde la madrugada, pues tengo sed de ti,”


Es precioso ¿No?, no haré alusión por quién y cuándo fue escrito, aún lo tengo en debate. Quiero colgarme de la importancia de buscar de madrugada a Dios, no lo tomaré como algo tan textual, de ser así la menos indicada para tal asunto soy yo, sino desde la luz de la aurora, una analogía de un “antes de”, no precisamos de Dios durante las pruebas o problemas, precisamos de él ya, hoy, antes de, durante la luz de la aurora, durante la madrugada, por qué esperar siempre de estar con la soga en el cuello, para acordarte de “chucho”, por qué esperar ahogarte en un mar de deudas para acordarte de Dios, por qué esperar a arrepentirte de la carrera en la que estudias ahora y no antes cuando pudo haber sido más fácil. Por qué aguantar hasta ahora, y no haberte preocupado antes. Por qué no confiar en Dios hoy, y no mañana.

“Pues tu eres quién me ayuda.
¡Soy feliz bajo tus alas!”

Lograr que los problemas te resbalen, lograr una buena administración de tus bienes, mantener tu buen humor, mantener un buen estado físico, mantener tus horas de sueño, etc. Todas estas cosas pueden ser posibles, y no solo con préstamos o hipotecas por 20 años, o con anfetaminas, o quizá con una nana o un personal trainer, sino con algo muy seguro, muy certero, si inviertes tu tiempo sembrando en aquello absoluto, en lo perfecto, en hacer el bien y evitar el mal, en Dios.
Desear ser feliz hoy no es de burros impertinentes, no es de canutos acomodados, no es de “cabros chicos mamones”, sino de sabios austeros.
Bueno, ya pueden sacar conclusiones de mi regalo.

Pd. A mis amigos, aún están abiertas las puertas de mi casa para todo tipo de engañito atrasado.

priscilla