-No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:
-Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.
Y volvió con el zorro.
-Adiós -le dijo.
-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos.
-Lo esencial es invisible para los ojos -repitió el principito para acordarse.
-Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
-Es el tiempo que yo he perdido con ella... -repitió el principito para recordarlo."
La amistad es un juego de ritos, creo, no siempre es fácil recordar todos los ritos, y mucho menos concretarlos con hechos explícitos, todo lo contrario, creo son ritos intrínsicos.
La necesidad de sentirse necesitada o necesitado es algo tan básico, que no necesita mayor explicación, y ya luego sin darte cuenta esa necesidad pasa a convertirse en rito, es decir, en amistad. Seguir esos ritos te vuelven feliz, son plenos, y en otros casos te enojan, te irritan y en otras simplemente te entristecen, creo que es el fin o destino de los ritos. Algo bueno poseen, satisfacer la necesidad de sentirse necesitada, y cambiar la idea de individualidad que muchas veces se tiene de la vida.
Los ritos te permiten asociar elementos con otros diferentes, y que muchas veces aparentemente no guardan similitud, pero solo para algunas personas, como para aquellas que no comparten los ritos. Asociar algún sonido, algún color, algún olor, o para hacerlo más complejo, tan solo con observar algo, como un reloj, o escuchar una canción te puede llenar y dejar completamente feliz, saber que la otra parte que comparte los mismos ritos tuyos también los hace contigo.
Para uno de los primeros amigos del principito, el zorro, era importante el domesticar, algo tan natural para él por simplemente ser un animal silvestre, pero como muchas veces nosotros, los grandes, omitimos en nuestra realidad, y olvidas todas aquellas cosas que podrían recordarte a esa otra persona que comparte tus ritos. Para el pequeño zorro el trigo ya no sería lo mismo después de haber conocido al principito, porque este le recordaría al color de su pelo, como tampoco para el geógrafo sería lo mismo mirar las estrellas, porque estas le recordarían la sonrisa de su principito. Algo compleja es la amistad, porque ese tipo de cosas no quedan explícitas en ningún papel, o firmado en algún contrato de amistad, si no solo en el corazón, esto es porque lo esencial es oculto a los ojos, no todo es explícito, ni concreto, solo aquello que carece de importancia, pero lo que realmente vale es lo que podemos ver con el corazón. Nada es igual cuando aprendes a ver lo esencial de la vida, nada es igual cuando vas por la calle y escuchas una canción, ves un color, o tal vez escuchas una voz, para recordar aquello que te hace feliz, aquello que dibuja una sonrisa en tu rostro, aquello que te motiva a darte cuenta que ya nada es igual, que ahora si tiene sentido, cuando comprendes los ritos, y sabes que del otro lado de las estrellas, existe aquella persona que también comparte los mismos ritos contigo.


